
Nasos Vayenás, Odas bárbaras (Βάρβαρες ωδές, 1992)
Traducción de Vicente Fernández González (aquí se puede leer su currículum, que incluye dos Premios Nacionales de Traducción: por sus traducciones Seis noches en la Acrópolis, la única novela de Yorgos Seferis, y Verbos para la rosa: esbozo de poética, de Zanasis Jatsópulos).
II Al borde de lo real estoy de nuevo a cuarenta kilómetros de Récimno con los tobillos en el mar de Libia. Dando vueltas entre rocas vaporosas que trituran el sol con inclemencia. Te toco el pelo que teje la blanca oscuridad del día. (Las anémonas, serias objeciones sucesivas a la eternidad, una y otra vez son rechazadas). Toco tu pecho, que goza del mar. Tu cuerpo oscuro es parte inseparable de lo cierto. II Νά με πάλι στήν ἄκρη τῆς πραγματικότητας / σαράντα χιλιόμετρα ἔξω ἀπό τό Ρέθυμνο / μέ τούς ἀστράγαλους στό Λιβυκό. / Στριφογυρίζω // ἀνάμεσα σέ βράχια πού ἀχνίζουν / ἀλέθοντας ἀλύπητα τόν ἥλιο. / Ἀγγίζω τά μαλλιά σου πού ὑφαίνουν / τό λευκό σκοτάδι // τῆς μέρας. (Οἱ ἀνεμῶνες / βαθειές ἐνστάσεις ἀλλεπάληλλες / τῆς αἰωνιότητας ἀπορρίπτονται / κάθετόσο). // Ἀγγίζω τό στῆθος σου πού νέμεται / τή θάλασσα. Τό σκοτεινό / σῶμα σου ἀποτελεῖ ἀναπόσπαστο / τμῆμα τῆς ἀλήθειας. V Invierno. Nieva amaneceres gélidos. Sin afeitar, sombrío, profundizo en el blanco. Por lo demás, la primavera tiende de noche sus trampas en secreto. Significados a la deriva sin palabras deambulan por el aire sin cesar. Menguan mis manos. Menguan más y más. Vuelven al cuerpo del niño que fui. Mientras, tu cálido cuerpo se desplaza lentamente hacia un tiempo más allá de la memoria, blanquísimo. Imposible retenerlo en mi pasado. V Χειμώνας. Χιονίζει παγωμένες αὐγές. / Ἀξύριστος, σκοτεινός ἐμβαθύνω στό ἄσπρο. / Κατά τά ἄλλα τή νύχτα ἡ ἄνοιξη κρυφά / στήνει τίς παγίδες της. // Ἀδέσποτα νοήματα δίχως λέξεις / περιφέρονται ἀδιάκοπα στόν ἀέρα. / Τά χέρια μου μικραίνουν. Μικραίνουν ὁλοένα. / Ἐπιστρέφουν στό παιδικό μου // σῶμα. Καθώς τό σῶμα σου ζεστό μετακινεῖται / ἀργά πρός ἕνα χρόνο ἔξω ἀπό τή μνήμη / ὁλόλευκο. Ἀδυνατῶ νά τό συγκρατήσω / στό παρελθόν μου. XIV Pensar significa pensar la muerte cuando los árboles silabean la palabra abril. ¿Hay algo que amar que no haya amado? Busco las frases que combinen con este atardecer de frívolos colores que no mueren. Todo acaba en un insulso naranja que cubre el negro. Que cubre la nada. Pensar a cada rato las palabras humo, averno, estalactita, catapulta, fatalidad, helada. XIV Σκέφτομαι σημαίνει σκέφτομαι τόν θάνατο / ὅταν τά δέντρα συλλαβίζουν τή λέξη Ἀπρίλης. / ῾Υπάρχει κάτι ν᾽ἀγαπήσω πού δέν ἀγάπησα; / Ψάχνω γιά τίς φράσεις // πού ταιριάζουν σέ τοῦτο τό ἀπόγευμα / μέ τά ἐπιπόλαια χρώματα πού δέν ξεψυχοῦνε. / Τελειώνουν ὅλα σ᾽ ἕνα ἀνόητο πορτοκαλί / πού σκεπάζει τό μαῦρo. // Πού σκεπάζει τό τίποτα. Σκέφτομαι / κάθε τόσο τίς λέξεις αἰθάλη / ἔρεβος, σταλακτίτης, καταπακτή / παγετός, εἱμαρμένη.Nasos Vayenás nació en Drama en 1945. En los años de estudiante de bachillerato en Atenas muestra aptitudes para el fútbol; llega a jugar en primera división con el Eznicós de El Pireo, y es convocado a la selección nacional juvenil. Prevalece finalmente su vocación literaria. Estudió Filología en la Universidad de Atenas, amplió estudios en las universidades de Roma La Sapienza, Essex y Birmingham, y se doctoró en 1979 en la Universidad de Cambridge con una tesis sobre la poética y la poesía de Yorgos Seferis. De vuelta en Grecia, enseña en la Universidad de Creta durante más de una década. Desde 1992 es catedrático de Teoría de la Literatura y Crítica Literaria en la Universidad de Atenas. Es autor de varios volúmenes de estudios y ensayos; en 1995 ganó el Premio Nacional de Ensayo por Ειρωνική γλώσσα [Lengua irónica]. Publica su primer libro de poesía —Πεδίον Ἄρεως [Campo de Marte]— en 1974, el año de la caída de la dictadura de los coroneles. Con su décimo poemario —Στέφανος [Corona]— gana en 2005 el Premio Nacional de Poesía de Grecia. Odas bárbaras (Málaga, Miguel Gómez Ediciones, en prensa) es el primer libro de Nasos Vayenás traducido al castellano.
Me han gustado mucho, tanto las introducciones de Mario Domínguez; y sobre todo su talante sincero-siempre cita las fuentes de la traducción literaria-, así como las traducciones de la poesía de Vicente Fernández González de los poetas griegos, que me han gustado mucho. No siempre ocurre, que las traducciones sean identificadas, otorgando al autor de ella, todo el mérito que le corresponde por su gran trabajo. Enhorabuena a los dos, uno por la traducción de los poemas y a Mario, por significar la fuente de la traducción. Cosa que le tiene que servir para estar muy orgulloso de un compañero de profesión, reconociendo su enorme trabajo. No es habitual ésta conducta entre compañeros.